el silencio
Ha llegado el momento,
de decirme algo,
aunque sea una palabra,
en este preciso momento,
¿amor?
Estoy ronco de hablar tanto,
que bueno que mi ser de luz,
a escogido decirle al ego:
"Mi niño amado, ya calla";
aquí y ahora es silencio.
Por muchas horas,
el ego se harto diciendo,
que sabía mucho de palabras, pensamientos y sentimientos,
más decido,
ser y estar en silencio,
y estando entonces presente,
mi luz interior claramente,
me hace entender sutilmente,
que las últimas palabras,
las pronuncia mi verdadero ser,
el ser quién en realidad soy,
he sido y seré eternamente.
En silencio sé con certeza,
que no fue mi ego.
¿Y como lo sé?,
Pues muy simple es:
No deseo explicarte lo que siento,
deseo que la intención de estas palabras,
te lleven, si es también tu deseo,
a sentir lo que siento.
Es inmenso.
Y siendo silencio en este precioso momento,
me descubro,
que aunque el ego se creyó maestro,
mi ser me iba recordando,
que soy todo y nada,
que estoy con todos y solo al mismo tiempo,
y por eso, le doy gracias a ustedes,
a mi consciencia de luz,
y a mi propio ego,
por todo lo que recuerdo y no recuerdo,
pues he vivido las mejores festividades del universo.
Y también me recuerdo,
que soy, que existo,
que así como soy,
soy perfecto.
Nada que acusar o corregir.
Nada que hacer mejor una próxima vez.
O deber o tener que hacer algo, porque alguien así lo quizo.
Y pensar que decía,
a veces por horas seguidas,
sin la lengua y pensamiento detener,
todo ese palabrerío,
pensando,
que saberlo era sentirlo,
pero me estaba engañando,
¿o quizá enseñando?
A veces el ego es mi aliado,
otras veces, un peculiar maestro,
más, de verlo como enemigo,
victoria ipso facto,
canta en su juego.
El silencio del alma,
ensordeció a mi ego,
y la luz de mi ser luminoso,
me regalo el sentimiento,
de sentirme el ser quién soy,
un regalo que el amor divino,
me regala,
para recordarme a mi mismo,
que soy el(ella) mismo amor divino,
y divinidad con el infinito.