refutacion (2)
Aquí y ahora, tengo mucho calor y mucho frío, y siento el corazón muy sobresaltado, a la par que experimento una gran frustración, un inmenso vacío y una profunda desilusión. La persona experimenta los cambios de temperatura en el cuerpo. APROVECHO PARA REFUTAR: NO SOY NI LA PERSONA, NI EL CUERPO O SACO DE COMIDA. La persona también se disfraza tras la fina máscara de la personalidad, y hasta asume el rol del observador (en su caso: viciado observador) en un intento contundentemente fallido, por lo que su engañoso proceder queda descubierto.
Y es entonces cuando en un último intento, desea llorar y gritar, y piensa de manera muy sutil en excusarse y esconderse tras la máscara, de un falso niño que con aparente inocencia, cuestiona todo sin tregua, por medio de una retahíla de preguntas duales y sin posibles respuestas, que pudieran de alguna forma, conducir al camino de regreso a la unidad.
De forma que su estupidez de querer ser todo y de controlarlo todo (negándose incluso la posibilidad de despojarse de algo), queda, en este instante y para siempre en evidencia: pretender hacerse ABSOLUTO, por medio de la explicación de las experiencias de La Luz y de la gracia, las cuales, en este "final de los tiempos", invaden a lo efímero de este mundo y de esta historia.
No soy el que siente. No soy el que piensa. No soy el que hace, ni el que habla, ni el que escribe. No soy ésta, o alguna, o ninguna historia. No soy los sentimientos; no soy las ideas; no soy ninguna creencia. No soy el que escucha; no soy el que actúa, ni el que experimenta. No soy el dueño de algo o nada; no soy nada, o algo, o alguien. No pertenezco a nada o algo, ni siquiera a mi mismo. No soy el que desea, no soy el que se rinde; no soy el que se resigna o resiste; más, sin embargo, si acepto que La Luz y el Amor, infinitos y eternos, que no sólo soy, me invitan al abandono total, de todo y de nada, pues, soy quien soy: EL ABSOLUTO.
Y es entonces cuando en un último intento, desea llorar y gritar, y piensa de manera muy sutil en excusarse y esconderse tras la máscara, de un falso niño que con aparente inocencia, cuestiona todo sin tregua, por medio de una retahíla de preguntas duales y sin posibles respuestas, que pudieran de alguna forma, conducir al camino de regreso a la unidad.
De forma que su estupidez de querer ser todo y de controlarlo todo (negándose incluso la posibilidad de despojarse de algo), queda, en este instante y para siempre en evidencia: pretender hacerse ABSOLUTO, por medio de la explicación de las experiencias de La Luz y de la gracia, las cuales, en este "final de los tiempos", invaden a lo efímero de este mundo y de esta historia.
No soy el que siente. No soy el que piensa. No soy el que hace, ni el que habla, ni el que escribe. No soy ésta, o alguna, o ninguna historia. No soy los sentimientos; no soy las ideas; no soy ninguna creencia. No soy el que escucha; no soy el que actúa, ni el que experimenta. No soy el dueño de algo o nada; no soy nada, o algo, o alguien. No pertenezco a nada o algo, ni siquiera a mi mismo. No soy el que desea, no soy el que se rinde; no soy el que se resigna o resiste; más, sin embargo, si acepto que La Luz y el Amor, infinitos y eternos, que no sólo soy, me invitan al abandono total, de todo y de nada, pues, soy quien soy: EL ABSOLUTO.