refutacion (1)
El gran regreso a casa. Refutación:
Aquí y ahora, tengo miedo; siento un terror inmenso. La personalidad alineada con el alma (esté ella aún presente, disolviéndose o ya disuelta), reconoce y asocia al miedo como una expresión del espíritu, mayormente a consecuencia de hábitos muy arraigados, así como de un parasitismo muy viejo y fuerte, los cuales sin duda alguna, están siendo para siempre evacuados, por la presencia de Cristo y de La Luz adamantina, dentro de quien, fue por mucho pensado, creído y sentido, como "mi".
El "mi" hace alusión a la persona que actúa y se sirve de este cuerpo de carbono, para jugar en el marco de una historia; más, su estelar rol de protagonista de la referida historia, en este preciso instante, no lo exhonera de encontrarse en camino a su inevitable y total caducidad.
Más no soy nada de esto. No soy el que incluso, en aparente vencimiento del miedo (tan solo por haberlo visto pretendiendo ser el observador), escribió y escribe esto. No soy el que procesa toda esta información, para intentar de analizarla y luego, comprenderla.
No soy siquiera la consciencia que se sirve de todo vehículo inherente a esta encarnacion, para que en estas palabras, La Luz de la gracia, tanto de Cristo y María, como De la Fuente y toda la confederación intergaláctica de pueblos libres, disuelvan todo, incluso al que escribe y este mismo escrito, para así, despojado de todo apego, ser quién soy: EL ABSOLUTO.
Aquí y ahora, tengo miedo; siento un terror inmenso. La personalidad alineada con el alma (esté ella aún presente, disolviéndose o ya disuelta), reconoce y asocia al miedo como una expresión del espíritu, mayormente a consecuencia de hábitos muy arraigados, así como de un parasitismo muy viejo y fuerte, los cuales sin duda alguna, están siendo para siempre evacuados, por la presencia de Cristo y de La Luz adamantina, dentro de quien, fue por mucho pensado, creído y sentido, como "mi".
El "mi" hace alusión a la persona que actúa y se sirve de este cuerpo de carbono, para jugar en el marco de una historia; más, su estelar rol de protagonista de la referida historia, en este preciso instante, no lo exhonera de encontrarse en camino a su inevitable y total caducidad.
Más no soy nada de esto. No soy el que incluso, en aparente vencimiento del miedo (tan solo por haberlo visto pretendiendo ser el observador), escribió y escribe esto. No soy el que procesa toda esta información, para intentar de analizarla y luego, comprenderla.
No soy siquiera la consciencia que se sirve de todo vehículo inherente a esta encarnacion, para que en estas palabras, La Luz de la gracia, tanto de Cristo y María, como De la Fuente y toda la confederación intergaláctica de pueblos libres, disuelvan todo, incluso al que escribe y este mismo escrito, para así, despojado de todo apego, ser quién soy: EL ABSOLUTO.