me llamo a la luz del ser quien soy
Me llamo a La Luz. La Luz me llama a Ser quien soy. Soy Luz:
Carlos relájate. Todo está bien. La Luz esta a cargo de todo. Aquí y ahora abro los ojos; el recordar quién soy es, en este preciso instante, todo plenitud: soy Luz, y consciente de La Luz quién soy, vivo en libertad esta experiencia de separación, de partida, de aceptación absoluta de esta vivencia; experiencia de desapego y de no identificación, con la personalidad y lo efímero. "Padre en tus manos encomiendo mi espíritu".
Silencio.
Nada que observar sobre la persona programada y condicionada, cómo un observador. Es hora de vivir todo, desde mi propio ser de luz, en total y completa presencia, en este y en cada instante por venir hasta que todo haya sido consumado.
Silencio.
La Aceptación es desde este preciso momento, un acto luminoso e inevitable, siendo y sucediendo, en el corazón del corazón. Todo está bien. El Amor luminoso, compasivo e incondicional, por el que La Luz quién soy, es y se expresa en el corazón del corazón, calma, silencia y reconcilia, al mental y las emociones.
Silencio.
En La Luz de mi consciencia de luz, fluyo en armonía con los pensamientos y emociones que aparecen a cada instante, en medio de las experiencias que vivo, sin evitar, resistir, someterme o resignarme a pensamiento, sentimiento, emoción, sensación, o creencia alguna. No soy lo que pienso, ni lo que siento, ni lo que creo, ni mis palabras, ni mis acciones, ni mis creencias, ni mi pasado, ni ninguno de mis cuerpos, ni mi personalidad, ni mis memorias. No estoy obligado a nada, y no tengo que hacer nada para alcanzar algo. Todo está perdonado. La libertad es aquí y ahora.
Silencio.
Vivo aquellos aspectos de este juego, a los que llamo sombras, negaciones de mi mismo, pasiones, miedos, culpas, desvalorizaciones, resistencias, resignaciones, sometimientos, reacciones, negociaciones, identificaciones, formas pensamiento, luchas interiores, vergüenzas, rechazos, programas, condicionamientos, y abandonos, apegos, vinculaciones, con y en el corazón de mi corazón. Los experimento desde mi ser de luz y de forma consciente sin identificarme con ellos, más, si fluyendo con la manifestación de todo lo que es, así como es, en cada aquí y ahora. Mi consciencia de Luz, esta apagando, de acuerdo a lo que he escogido en La Luz quién soy, a la consciencia de lo efímero. Todo está bien.
Silencio.
No me propongo cambiar nada, simplemente ser quién soy: Luz, aquí y ahora, e insisto: sin cambiar nada; ignorando la historia del efímero, sea como sea que se manifieste, pero sin rechazarla. Escojo no entretener a la personalidad en los juegos del programa del ego, que se activan en lo emocional y en lo mental. En absoluta certeza de que todo está bien, proclamo: "La Luz está a cargo".
Silencio.
"Padre en tus manos encomiendo mi Espíritu". María cúbreme con tu manto Santo azul. A todos los seres sutiles, a todos los maestros, a todos los arcángeles, en fin a todos -y solo- aquellos seres que vibran en La Luz del amor incondicional y compasivo, les pido su asistencia, sus consejos, para atravesar este recorrido, encontrándome con mi consciencia superior, mientras la inferior (la consciencia del efímero) muere.
Silencio.
Soy Luz. Soy Amor compasivo e incondicional. No hay culpa o error en mi. No hay nada que hacer mejor una próxima vez. No soy lo que otros piensan de mí. Soy La Luz Diamantina De la Fuente, consciencia unificada: El Absoluto.
Silencio.
Todo está bien. La Luz del Ser quien soy está a cargo de todo. El fuego ígneo en mi, es la prueba del amor De la Fuente, disolviendo a lo efímero, los 7 cuerpos que acepté para vivir esta encarnacion, a la personalidad y a su consciencia, de manera, que se ejecute en su perfecta totalidad, la consumación de mi liberación de este juego del encierro.
Silencio.
María, madre amada, ayúdame a abandonarme en La Luz, para que todo el plan de La Luz se cumpla en mi. Jesucristo, hermano amado, derrama por tu amor, tu sangre de misericordia en mi, para que el valor que brota del verdadero amor, me lleve a trascender mis miedos en Luz. Padre Amado, derrama la fuerza de tu Santo Espíritu sobre mi, para que La Luz del Ser quien soy, haga brillar a la Nueva Trinidad, en y a través de mi cuerpo de etreté. Amada Luz Divina, se en mi en plenitud aquí y ahora. Te amo. Soy Luz.
Silencio.
Carlos relájate. Todo está bien. La Luz esta a cargo de todo. Aquí y ahora abro los ojos; el recordar quién soy es, en este preciso instante, todo plenitud: soy Luz, y consciente de La Luz quién soy, vivo en libertad esta experiencia de separación, de partida, de aceptación absoluta de esta vivencia; experiencia de desapego y de no identificación, con la personalidad y lo efímero. "Padre en tus manos encomiendo mi espíritu".
Silencio.
Nada que observar sobre la persona programada y condicionada, cómo un observador. Es hora de vivir todo, desde mi propio ser de luz, en total y completa presencia, en este y en cada instante por venir hasta que todo haya sido consumado.
Silencio.
La Aceptación es desde este preciso momento, un acto luminoso e inevitable, siendo y sucediendo, en el corazón del corazón. Todo está bien. El Amor luminoso, compasivo e incondicional, por el que La Luz quién soy, es y se expresa en el corazón del corazón, calma, silencia y reconcilia, al mental y las emociones.
Silencio.
En La Luz de mi consciencia de luz, fluyo en armonía con los pensamientos y emociones que aparecen a cada instante, en medio de las experiencias que vivo, sin evitar, resistir, someterme o resignarme a pensamiento, sentimiento, emoción, sensación, o creencia alguna. No soy lo que pienso, ni lo que siento, ni lo que creo, ni mis palabras, ni mis acciones, ni mis creencias, ni mi pasado, ni ninguno de mis cuerpos, ni mi personalidad, ni mis memorias. No estoy obligado a nada, y no tengo que hacer nada para alcanzar algo. Todo está perdonado. La libertad es aquí y ahora.
Silencio.
Vivo aquellos aspectos de este juego, a los que llamo sombras, negaciones de mi mismo, pasiones, miedos, culpas, desvalorizaciones, resistencias, resignaciones, sometimientos, reacciones, negociaciones, identificaciones, formas pensamiento, luchas interiores, vergüenzas, rechazos, programas, condicionamientos, y abandonos, apegos, vinculaciones, con y en el corazón de mi corazón. Los experimento desde mi ser de luz y de forma consciente sin identificarme con ellos, más, si fluyendo con la manifestación de todo lo que es, así como es, en cada aquí y ahora. Mi consciencia de Luz, esta apagando, de acuerdo a lo que he escogido en La Luz quién soy, a la consciencia de lo efímero. Todo está bien.
Silencio.
No me propongo cambiar nada, simplemente ser quién soy: Luz, aquí y ahora, e insisto: sin cambiar nada; ignorando la historia del efímero, sea como sea que se manifieste, pero sin rechazarla. Escojo no entretener a la personalidad en los juegos del programa del ego, que se activan en lo emocional y en lo mental. En absoluta certeza de que todo está bien, proclamo: "La Luz está a cargo".
Silencio.
"Padre en tus manos encomiendo mi Espíritu". María cúbreme con tu manto Santo azul. A todos los seres sutiles, a todos los maestros, a todos los arcángeles, en fin a todos -y solo- aquellos seres que vibran en La Luz del amor incondicional y compasivo, les pido su asistencia, sus consejos, para atravesar este recorrido, encontrándome con mi consciencia superior, mientras la inferior (la consciencia del efímero) muere.
Silencio.
Soy Luz. Soy Amor compasivo e incondicional. No hay culpa o error en mi. No hay nada que hacer mejor una próxima vez. No soy lo que otros piensan de mí. Soy La Luz Diamantina De la Fuente, consciencia unificada: El Absoluto.
Silencio.
Todo está bien. La Luz del Ser quien soy está a cargo de todo. El fuego ígneo en mi, es la prueba del amor De la Fuente, disolviendo a lo efímero, los 7 cuerpos que acepté para vivir esta encarnacion, a la personalidad y a su consciencia, de manera, que se ejecute en su perfecta totalidad, la consumación de mi liberación de este juego del encierro.
Silencio.
María, madre amada, ayúdame a abandonarme en La Luz, para que todo el plan de La Luz se cumpla en mi. Jesucristo, hermano amado, derrama por tu amor, tu sangre de misericordia en mi, para que el valor que brota del verdadero amor, me lleve a trascender mis miedos en Luz. Padre Amado, derrama la fuerza de tu Santo Espíritu sobre mi, para que La Luz del Ser quien soy, haga brillar a la Nueva Trinidad, en y a través de mi cuerpo de etreté. Amada Luz Divina, se en mi en plenitud aquí y ahora. Te amo. Soy Luz.
Silencio.