valorandome
Arte escrito para la valoración auténtica de mi verdadero ser:
Dedico esta obra escrita a todas las personas con las que siento aún que estoy, de alguna u otra forma, en deuda. Deseo expresar desde lo más profundo de mi ser que, ya sea deuda, culpa, o vergüenza, lo que esté sintiendo, cada palabra aquí escrita, es una pieza de arte literario, que busca mi sanación, reconocimiento, valoración, perdón, indulgencia, liberación de toda culpa y pago de cualquier -y todo- tipo de deuda. Es mi más firme y sincero deseo que cada persona aquí mencionada, reciba también una lluvia de bendiciones, regalos y energía positiva, como indemnización a causa de cualquier herida, maltrato, robo u ofensa de cualquier tipo, que pudo haber recibido o experimentado de mi parte. No intento forzar el que reciban esta buena vibra reparadora, pero sí me dirijo fielmente convencido a cada una de sus consciencias de luz, para que sea ella, quien, en cada caso, disponga de la manifestación energética de mis buenos deseos, para con cada individuo aquí nombrado.
Por mi parte, apelo a mi propia consciencia de luz, para que valiéndose de este acto ritual consciente, lleve este arte que sana a mi alma y a mi mente subconsciente, de manera que, pueda yo liberarme de todo aquello que es pasado y que aún me pesa y arrastro en el presente, impidiéndome completamente valorarme por ser quien soy, y no por quien pensaba, y me había convencido falsamente que era. Por último, pido a la guía suprema de mi alma encarnada, en perfecta conexión con mi consciencia de luz, que me ayude a descubrir la enseñanza a aprender de esta experiencia de valoración, y más profundo aún, que me devele la sombra que he de integrar a mi ser en camino consciente hacia el despertar total de mi consciencia, integrando a la misma vez, a mi propio ser, por medio de mi realidad encarnada, los programas esclavizante de la vieja era, a los que mi ego aún se apega, pero que el destello de la luz que se deriva de la iniciación, en mi instalada, me invitan a darle un propósito superior para solucionar así otro problema, y así de esa manera, sublimar los patrones que hasta ahora han obstaculizado el ser mi verdadero ser, y el llegar a la unidad plena, mientras vivo el propósito amoroso de mi encarnación en el planeta tierra.
Papá, Mamá, Hermana, Abuelos, Amigos, Maestros y Sacerdotes Católicos: SOY GAY. Les pido perdón, los perdono y me perdono.
A mis amados padres: Les pido perdón de todo corazón por haberme guardado, y hasta de alguna forma, por haberme solo para mí escondido, esta profunda realidad de mi ser, la cual es tan parte de mi, como cualquier otra parte de mi esencia física, mental, espiritual o emocional: Soy Gay.
Por mucho tiempo me abochorné de esta parte de mi, y la oculté por muchos años, por miedo al rechazo y al abandono a los que temí recibir de ustedes. Haber negado esta parte de mi por tanto tiempo, ensombreció mi vida y no me dejaba vivir feliz. Siempre sintiendo, por un lado, que debía ser perfecto, una especie de modelo o ejemplo de vida para otros, renegando por supuesto de esa parte de mi, que llegué a convencerme por dogmas religiosos y convencionalismos sociales, de que era reprobable y totalmente condenable, y por ende, que merecía el castigo eterno en el infierno, sino escogía amordazarle. Por otro lado, sintiendo una tristeza secreta profunda por haber nacido, con lo que yo pensaba erróneamente era un defecto, del cual me avergonzaba absurdamente, y por el que constantemente vivía aterrorizado de que saliera a la luz pública, y provocara así, que el bochorno tocara las puertas, primero de mi familia, y luego de mi vida... Y es que hasta eso sentía, que mi vida tenía menos valor que la de cualquier otro a mi alrededor, a causa de esa estrellita de valor (el ser gay), que con minucioso celo escondía.
No se imaginan, cuanto puse de mi para ilusoriamente intentar cambiar ese aspecto de mi bella naturaleza humana, confundidamente buscando engañar a mi corazón y a mi alma, por medio de rutas mentales, muy bien sustentadas, bajo los paradigmas y patrones de esclavitud en los que hasta ahora el ser humano, como adormecido, a vivido.
A mi amada hermana: no fue mi intención también ocultarte, lo que en realidad descubriste sin que te abriera mi corazón para contarte, en confianza, como saben los hermanos que se aman confesarse, los secretos que solo dos amigos de sangre pueden confiarse, porque están seguros de que por encima de todo, están protegidos de que el resto del mundo los maltratase, ante las más vulnerables verdades, que los que nos rodean suelen apoderarse para destruirnos y de nosotros burlarse. Hoy te pido perdón, porque te robé la oportunidad de ser la que me ayudase, a que este proceso pudiese haberse transformado en una experiencia mucho menos dolorosa para todos. También me perdono, por qué tratando de ser quien no era me hice muy duro conmigo mismo, inclemente con mis errores, y me hice mucho daño al no ser paciente con ese ser que mi ego se construyó para protegerse; ser que también se convirtió en un desastre, pues no sólo me hundía más en la depresión por no poder ser quien había en realidad venido en este a mundo a ser, sino porque, apegándose a las reglas religiosas y sociales, me inventé unos ciclos de castigo y culpa, tan elocuentemente fascinantes, que hasta el sol de hoy, y a pesar de ya tener años retractándome, aún me cuestan del todo romper, de una vez y para siempre.
A mis abuelos, amigos, maestros y sacerdotes católicos: con toda la sinceridad de mi niño herido, que hoy busca sanarse en mi, y del adulto, también en mí y, despertando consciente y coherente, en este instante presente, para descubrir el ser quien en realidad soy, les doy mi palabra de que siempre y devotamente, invertí toda mi energía y deseo humano, para tratar de ser el más perfecto, sobresaliente, heróico, salvador, sacrificado, ejemplar, aplicado, estudioso, campeón y santo, en cada momento de mi ciega existencia humana y presa de viejos programas inhibidores del ejercicio de la libertad humana. A pesar de lo que, una y otra vez, yo definí como error o pecado, les aseguro, desde lo más hondo de mi ser, que siempre hice lo mejor que pude, para que la reputación de todos ustedes no fuese ensuciada, y para que nunca se desencadenara mis dos grandes temores: el rechazo y el abandono.
Por último, deseo pedirle perdón a todo mi clan familiar, por hoy haber sacado a la luz pública este secreto.
Estoy consciente de que el inconsciente familiar de mi genealogía, apoyado en todos los egos de mis familiares, y en cada uno de los macabros transgeneracionales, que en mi árbol genealógico yacen, se desborda con ímpetu en un último fallido intento, por atacarme y convencerme, de que seré expulsado del clan que me dio su sangre; más, me doy cuenta, de que el aparente combate, es un espejismo que se desvanece a cada segundo, a cada instante.
Es por ende este momento, el prefecto instante para revalorizarme, perdonarme a mí mismo, y a todos los que con sinceridad de palabra, arriba, he nombrado en detalle.
Dedico esta obra escrita a todas las personas con las que siento aún que estoy, de alguna u otra forma, en deuda. Deseo expresar desde lo más profundo de mi ser que, ya sea deuda, culpa, o vergüenza, lo que esté sintiendo, cada palabra aquí escrita, es una pieza de arte literario, que busca mi sanación, reconocimiento, valoración, perdón, indulgencia, liberación de toda culpa y pago de cualquier -y todo- tipo de deuda. Es mi más firme y sincero deseo que cada persona aquí mencionada, reciba también una lluvia de bendiciones, regalos y energía positiva, como indemnización a causa de cualquier herida, maltrato, robo u ofensa de cualquier tipo, que pudo haber recibido o experimentado de mi parte. No intento forzar el que reciban esta buena vibra reparadora, pero sí me dirijo fielmente convencido a cada una de sus consciencias de luz, para que sea ella, quien, en cada caso, disponga de la manifestación energética de mis buenos deseos, para con cada individuo aquí nombrado.
Por mi parte, apelo a mi propia consciencia de luz, para que valiéndose de este acto ritual consciente, lleve este arte que sana a mi alma y a mi mente subconsciente, de manera que, pueda yo liberarme de todo aquello que es pasado y que aún me pesa y arrastro en el presente, impidiéndome completamente valorarme por ser quien soy, y no por quien pensaba, y me había convencido falsamente que era. Por último, pido a la guía suprema de mi alma encarnada, en perfecta conexión con mi consciencia de luz, que me ayude a descubrir la enseñanza a aprender de esta experiencia de valoración, y más profundo aún, que me devele la sombra que he de integrar a mi ser en camino consciente hacia el despertar total de mi consciencia, integrando a la misma vez, a mi propio ser, por medio de mi realidad encarnada, los programas esclavizante de la vieja era, a los que mi ego aún se apega, pero que el destello de la luz que se deriva de la iniciación, en mi instalada, me invitan a darle un propósito superior para solucionar así otro problema, y así de esa manera, sublimar los patrones que hasta ahora han obstaculizado el ser mi verdadero ser, y el llegar a la unidad plena, mientras vivo el propósito amoroso de mi encarnación en el planeta tierra.
Papá, Mamá, Hermana, Abuelos, Amigos, Maestros y Sacerdotes Católicos: SOY GAY. Les pido perdón, los perdono y me perdono.
A mis amados padres: Les pido perdón de todo corazón por haberme guardado, y hasta de alguna forma, por haberme solo para mí escondido, esta profunda realidad de mi ser, la cual es tan parte de mi, como cualquier otra parte de mi esencia física, mental, espiritual o emocional: Soy Gay.
Por mucho tiempo me abochorné de esta parte de mi, y la oculté por muchos años, por miedo al rechazo y al abandono a los que temí recibir de ustedes. Haber negado esta parte de mi por tanto tiempo, ensombreció mi vida y no me dejaba vivir feliz. Siempre sintiendo, por un lado, que debía ser perfecto, una especie de modelo o ejemplo de vida para otros, renegando por supuesto de esa parte de mi, que llegué a convencerme por dogmas religiosos y convencionalismos sociales, de que era reprobable y totalmente condenable, y por ende, que merecía el castigo eterno en el infierno, sino escogía amordazarle. Por otro lado, sintiendo una tristeza secreta profunda por haber nacido, con lo que yo pensaba erróneamente era un defecto, del cual me avergonzaba absurdamente, y por el que constantemente vivía aterrorizado de que saliera a la luz pública, y provocara así, que el bochorno tocara las puertas, primero de mi familia, y luego de mi vida... Y es que hasta eso sentía, que mi vida tenía menos valor que la de cualquier otro a mi alrededor, a causa de esa estrellita de valor (el ser gay), que con minucioso celo escondía.
No se imaginan, cuanto puse de mi para ilusoriamente intentar cambiar ese aspecto de mi bella naturaleza humana, confundidamente buscando engañar a mi corazón y a mi alma, por medio de rutas mentales, muy bien sustentadas, bajo los paradigmas y patrones de esclavitud en los que hasta ahora el ser humano, como adormecido, a vivido.
A mi amada hermana: no fue mi intención también ocultarte, lo que en realidad descubriste sin que te abriera mi corazón para contarte, en confianza, como saben los hermanos que se aman confesarse, los secretos que solo dos amigos de sangre pueden confiarse, porque están seguros de que por encima de todo, están protegidos de que el resto del mundo los maltratase, ante las más vulnerables verdades, que los que nos rodean suelen apoderarse para destruirnos y de nosotros burlarse. Hoy te pido perdón, porque te robé la oportunidad de ser la que me ayudase, a que este proceso pudiese haberse transformado en una experiencia mucho menos dolorosa para todos. También me perdono, por qué tratando de ser quien no era me hice muy duro conmigo mismo, inclemente con mis errores, y me hice mucho daño al no ser paciente con ese ser que mi ego se construyó para protegerse; ser que también se convirtió en un desastre, pues no sólo me hundía más en la depresión por no poder ser quien había en realidad venido en este a mundo a ser, sino porque, apegándose a las reglas religiosas y sociales, me inventé unos ciclos de castigo y culpa, tan elocuentemente fascinantes, que hasta el sol de hoy, y a pesar de ya tener años retractándome, aún me cuestan del todo romper, de una vez y para siempre.
A mis abuelos, amigos, maestros y sacerdotes católicos: con toda la sinceridad de mi niño herido, que hoy busca sanarse en mi, y del adulto, también en mí y, despertando consciente y coherente, en este instante presente, para descubrir el ser quien en realidad soy, les doy mi palabra de que siempre y devotamente, invertí toda mi energía y deseo humano, para tratar de ser el más perfecto, sobresaliente, heróico, salvador, sacrificado, ejemplar, aplicado, estudioso, campeón y santo, en cada momento de mi ciega existencia humana y presa de viejos programas inhibidores del ejercicio de la libertad humana. A pesar de lo que, una y otra vez, yo definí como error o pecado, les aseguro, desde lo más hondo de mi ser, que siempre hice lo mejor que pude, para que la reputación de todos ustedes no fuese ensuciada, y para que nunca se desencadenara mis dos grandes temores: el rechazo y el abandono.
Por último, deseo pedirle perdón a todo mi clan familiar, por hoy haber sacado a la luz pública este secreto.
Estoy consciente de que el inconsciente familiar de mi genealogía, apoyado en todos los egos de mis familiares, y en cada uno de los macabros transgeneracionales, que en mi árbol genealógico yacen, se desborda con ímpetu en un último fallido intento, por atacarme y convencerme, de que seré expulsado del clan que me dio su sangre; más, me doy cuenta, de que el aparente combate, es un espejismo que se desvanece a cada segundo, a cada instante.
Es por ende este momento, el prefecto instante para revalorizarme, perdonarme a mí mismo, y a todos los que con sinceridad de palabra, arriba, he nombrado en detalle.