noche Oscura del Alma
El amor y la vida en medio de la sombra más obscura.
Mi amado JA:
Déjame observarte otra vez.
Te suplico, que me dejes contemplarte,
aun cuando no desees el peso de mi mirada,
persiguiéndote para reconocerte,
más, de ningún modo, examinarte.
Deseo, quedarme en silencio y observarte,
Sin entorpecer tu día a día,
eso que muchos llaman diaria rutina,
pero que tu muy bien denominas,
espontánea ocurrencia de la vida.
Con eso me basta para recordarme,
que te amo, todo el tiempo y sin debate,
el amor se siente y, como llama arde,
mas, es el ego aturdido, quien,
morbosa y masoquistamente sale.
Pero no es siquiera su culpa,
el que así, haya de comportarse,
son sus creencias caducas,
Que lo condicionan y, confundido,
lo lanzan al inevitable combate,
de una guerra sin propósito,
por el ganar una victoria,
que es la ilusión de un divague.
Jamás me imaginé escribiéndome a mí mismo encerrado en un armario, mientras escuchaba piezas de ópera interpretada por María Calas. Si bien nunca lo había pensado a nivel consciente, también es cierto, que lo experimenté en ese momento del instante presente, como si allí, en ese armario, siempre hubiese estado. Todo es tan nuevo y a la vez tan familiar; todo es tan incongruente y a la vez tan lleno de sentido; quizá todo es perfectamente coherente y lógico, más yo experimento el paradójico conflicto, simplemente porque me resisto o me opongo a todo, como mi naturaleza divergente y antagónica, constantemente me invita al desafío.
A quien creo mi pareja descansaba en nuestra cama; Petrie, por su parte, descansaba también en el cuarto, junto a la cama donde JA en profunda paz, parece gozar de un bien merecido y reparador sueño, regalo del cielo para el alma noble, que se recoge en sí misma, en las horas vespertinas de las nubladas tardes de un final de primavera.
La lluvia parece inundarlo todo, y anuncia su poder entre truenos y centellas, deslumbrando el final de la tarde, que se despide del sol para darle paso a la luna en cuarto menguante. De aquí en el encierro lo escucho todo, más, no veo nada.
Por medio de los sonidos y de la palabra hablada o escrita, puedo recrear imágenes en mi mente, llenas de grandísimos detalles. La gran pregunta que hoy me hago es ¿para qué me sirven tantos detalles?
Si, detalles, muchísimos detalles, en los que me pierdo sin darme cuenta, sin entender si quiera el porque me abruman sin tregua.
Mi amada consciencia de luz: es tal la incertidumbre, la incomprensión, el miedo, el rechazo y hasta la locura que experimento en este instante, que es casi imposible el no sentirme vencido. La soledad más ensordecedora se ha convertido en sinónimo de la oscuridad más absoluta, donde el silencio, adquiere un significado único, el de un inaudito fenómeno que misteriosamente disuelve el aparente horizonte, que separa el cielo y la tierra en este plano de tercera dimensión.
Siento como si se me ha acabado el tiempo, más cada segundo, en el que estoy presente, espera una eternidad a que llegue el siguiente segundo, que lo sucederá y relevará de su angustiosa existencia.
Si ya todo está perdido, entonces, ¿por qué no me llevas?, ¿a qué se debe esta angustiosa espera, si la batalla se perdió y sentido ya no tiene, que, como un centinela, despierto me quede aguardando el alba, en esta noche tan oscura, sobria y solitaria?
Apelo a mi sentir y no consigo respuesta; mi corazón apenas late, su pulso es de eterno invierno, reflejando esa era de frío duelo, donde la incertidumbre y la escasez marchitan toda esperanza que intente brotar y sobrevivir.
Apeló a mi mente consciente, y mi ego malcriado de mí se burla, para que regrese al sueño ilusorio de una luz tenue que aunque parezca ser la mañana de un nuevo día, es en realidad una cárcel con paredes de vidrios y espejos, dónde por un lado, me pueda volver a confundir cada vez que me ve al espejo, creyendo que soy quien pienso que soy, y por otra parte me confundo con una libertad aparente, cuando en realidad me hago esclavo de mi ego, pues, veo a través del vidrio pensando que el camino está abierto, ignorando confundido que lo que veo es una prisión con paredes de vidrio, como lo es aquella, que los paradigmas del mundo viejo, crean para encerrar a las almas encarnadas en este plano.
Pero no me resigno a perderlo todo y prefiero luchar hasta que la muerte me sorprenda, aun cuando solo me encuentre, aun cuando nadie me entienda.
Somos Sonido y las palabras son semillas:
Pronunciar LO SIENTO, devuelve la unidad perdida al viajar por nuestra piel, que es el órgano más extenso, que nos conecta y nos hace sensible ante las vivencias de los demás, nos desapega de los resultados individuales y nos convierte en unidad.
Pronunciar PERDÓN, es un acto de magia. Un perdóname, hace eco en el páncreas y en el colon desatando lazos, liberando historias… todos los tapones interiores se disuelven y son evacuados sin resistencia.
Pronunciar GRACIAS, es un acto de divinidad encarnada, por medio del cual sonreiríamos junto a todas las células de nuestro cuerpo, sacudiendo nuestras venas, convirtiendo nuestra sangre en luz, en ese acto de desprendimiento y desapego total.
Pronunciar TE AMO es el sonido más sanador del Universo. Esta frase cubre nuestro cuerpo y viaja a través de los pulmones desobstruyendo nuestra respiración... recorre nuestros riñones transmutando los miedos, y hace que millones de células sonrientes, les den vitaminas a las células tristes de nuestro sistema inmune.
Si pudiéramos ver lo que provocan las palabras en nosotros y en los demás, comenzaríamos a observar nuestros pensamientos, nuestros silencios, los sonidos y los ruidos que producimos, porque en este océano de energía que somos, cada onda que emitimos, crea olas de diversos colores, las cuales inciden en el aquí y ahora, de cada instante presente.
La vida es un milagro; vivirla con pasión, es desear morir conscientes, dando el todo por el todo, por el orgasmico amor que conduce siempre a la unidad.
Mi amado JA:
Déjame observarte otra vez.
Te suplico, que me dejes contemplarte,
aun cuando no desees el peso de mi mirada,
persiguiéndote para reconocerte,
más, de ningún modo, examinarte.
Deseo, quedarme en silencio y observarte,
Sin entorpecer tu día a día,
eso que muchos llaman diaria rutina,
pero que tu muy bien denominas,
espontánea ocurrencia de la vida.
Con eso me basta para recordarme,
que te amo, todo el tiempo y sin debate,
el amor se siente y, como llama arde,
mas, es el ego aturdido, quien,
morbosa y masoquistamente sale.
Pero no es siquiera su culpa,
el que así, haya de comportarse,
son sus creencias caducas,
Que lo condicionan y, confundido,
lo lanzan al inevitable combate,
de una guerra sin propósito,
por el ganar una victoria,
que es la ilusión de un divague.
Jamás me imaginé escribiéndome a mí mismo encerrado en un armario, mientras escuchaba piezas de ópera interpretada por María Calas. Si bien nunca lo había pensado a nivel consciente, también es cierto, que lo experimenté en ese momento del instante presente, como si allí, en ese armario, siempre hubiese estado. Todo es tan nuevo y a la vez tan familiar; todo es tan incongruente y a la vez tan lleno de sentido; quizá todo es perfectamente coherente y lógico, más yo experimento el paradójico conflicto, simplemente porque me resisto o me opongo a todo, como mi naturaleza divergente y antagónica, constantemente me invita al desafío.
A quien creo mi pareja descansaba en nuestra cama; Petrie, por su parte, descansaba también en el cuarto, junto a la cama donde JA en profunda paz, parece gozar de un bien merecido y reparador sueño, regalo del cielo para el alma noble, que se recoge en sí misma, en las horas vespertinas de las nubladas tardes de un final de primavera.
La lluvia parece inundarlo todo, y anuncia su poder entre truenos y centellas, deslumbrando el final de la tarde, que se despide del sol para darle paso a la luna en cuarto menguante. De aquí en el encierro lo escucho todo, más, no veo nada.
Por medio de los sonidos y de la palabra hablada o escrita, puedo recrear imágenes en mi mente, llenas de grandísimos detalles. La gran pregunta que hoy me hago es ¿para qué me sirven tantos detalles?
Si, detalles, muchísimos detalles, en los que me pierdo sin darme cuenta, sin entender si quiera el porque me abruman sin tregua.
Mi amada consciencia de luz: es tal la incertidumbre, la incomprensión, el miedo, el rechazo y hasta la locura que experimento en este instante, que es casi imposible el no sentirme vencido. La soledad más ensordecedora se ha convertido en sinónimo de la oscuridad más absoluta, donde el silencio, adquiere un significado único, el de un inaudito fenómeno que misteriosamente disuelve el aparente horizonte, que separa el cielo y la tierra en este plano de tercera dimensión.
Siento como si se me ha acabado el tiempo, más cada segundo, en el que estoy presente, espera una eternidad a que llegue el siguiente segundo, que lo sucederá y relevará de su angustiosa existencia.
Si ya todo está perdido, entonces, ¿por qué no me llevas?, ¿a qué se debe esta angustiosa espera, si la batalla se perdió y sentido ya no tiene, que, como un centinela, despierto me quede aguardando el alba, en esta noche tan oscura, sobria y solitaria?
Apelo a mi sentir y no consigo respuesta; mi corazón apenas late, su pulso es de eterno invierno, reflejando esa era de frío duelo, donde la incertidumbre y la escasez marchitan toda esperanza que intente brotar y sobrevivir.
Apeló a mi mente consciente, y mi ego malcriado de mí se burla, para que regrese al sueño ilusorio de una luz tenue que aunque parezca ser la mañana de un nuevo día, es en realidad una cárcel con paredes de vidrios y espejos, dónde por un lado, me pueda volver a confundir cada vez que me ve al espejo, creyendo que soy quien pienso que soy, y por otra parte me confundo con una libertad aparente, cuando en realidad me hago esclavo de mi ego, pues, veo a través del vidrio pensando que el camino está abierto, ignorando confundido que lo que veo es una prisión con paredes de vidrio, como lo es aquella, que los paradigmas del mundo viejo, crean para encerrar a las almas encarnadas en este plano.
Pero no me resigno a perderlo todo y prefiero luchar hasta que la muerte me sorprenda, aun cuando solo me encuentre, aun cuando nadie me entienda.
Somos Sonido y las palabras son semillas:
Pronunciar LO SIENTO, devuelve la unidad perdida al viajar por nuestra piel, que es el órgano más extenso, que nos conecta y nos hace sensible ante las vivencias de los demás, nos desapega de los resultados individuales y nos convierte en unidad.
Pronunciar PERDÓN, es un acto de magia. Un perdóname, hace eco en el páncreas y en el colon desatando lazos, liberando historias… todos los tapones interiores se disuelven y son evacuados sin resistencia.
Pronunciar GRACIAS, es un acto de divinidad encarnada, por medio del cual sonreiríamos junto a todas las células de nuestro cuerpo, sacudiendo nuestras venas, convirtiendo nuestra sangre en luz, en ese acto de desprendimiento y desapego total.
Pronunciar TE AMO es el sonido más sanador del Universo. Esta frase cubre nuestro cuerpo y viaja a través de los pulmones desobstruyendo nuestra respiración... recorre nuestros riñones transmutando los miedos, y hace que millones de células sonrientes, les den vitaminas a las células tristes de nuestro sistema inmune.
Si pudiéramos ver lo que provocan las palabras en nosotros y en los demás, comenzaríamos a observar nuestros pensamientos, nuestros silencios, los sonidos y los ruidos que producimos, porque en este océano de energía que somos, cada onda que emitimos, crea olas de diversos colores, las cuales inciden en el aquí y ahora, de cada instante presente.
La vida es un milagro; vivirla con pasión, es desear morir conscientes, dando el todo por el todo, por el orgasmico amor que conduce siempre a la unidad.