lA luz adamantina del amor
Soy La Luz Adamantina del Amor infinito, creador, eterno, incondicional y compasivo, que aquí y ahora, es y soy, y en el que me experimento, desde el corazón del corazón; mientras me atraviesa cada experiencia que vivo. Es entonces cuando surge (se experimenta) el inevitable "abandono" en la luz del amor, no por ganar o perder algo, todo o nada, sino simplemente por ser el ser luminoso y amoroso quien soy.
En, y por La Luz Consciente del Amor, es decir, siendo La Luz quien soy, dejo entonces de nacer, vivir y morir, y me recuerdo que este y todos los juegos de la Consciencia Individual, Unificada y Plena (La Fuente), es para experimentarse en la libertad plena, por siempre y desde siempre inherente a La Luz, sin juicios, sin moralidad o preso de la dualidad, sin querer cambiar algo o todo, sin resistirse, resignarse o someterse, complacerse, o apegarse a algo, o a todo.
Siendo a cada instante el ser quién en realidad soy y somos, fluyo armónica y perfectamente con todo lo que experimento, y mientras cada experiencia me atraviesa por completo, la ficticia e inducida necesidad de la personalidad, por explicarse todo, controlarlo todo, cuestionarlo todo, se disuelve, aunque pareciera por instantes oponerse; así como también "muere" la persona, en la ilusión de su propia mentira, la cual insiste en creerse como su única y total verdad.
La consciencia de Luz quien soy, está a cargo y guía, aquí y ahora, cada experiencia en la que me sucedo en este juego de encierro; revelando así, su eterna esencia amorosa: La Luz del Amor perfecta y coherentemente fluyendo, por todo y nada, y a través de todo. En consecuencia, mi consciencia de Luz, descubre y expone ante si misma (la Luz del Ser quien soy y somos), toda sombra, miedo, culpa o apego, es decir, todo aquello que por aparente imposición, dualismo y condicionamiento, engañosamente me hubo convencido, de esconder de mi mismo, determinados aspectos.
Es pues La Luz del Amor Compasivo, la que inundándome y penetrándome, mientras mi ser luminoso está en un aparente recorrido de camino, reconcilia todo lo que, en, y de mi, aún niego. Y cuando el camino ha cumplido su objetivo, se desvanece, liberando por consiguiente, el remanente polvo hacia el destiempo; crucial elemento para la no identificación con una historia, primicia que propicia y sustenta el perfecto desapego, aún cuando en tránsito, La Luz se encuentre en este juego.
También, y de la misma manera armónica, paciente, humilde y transparente, es promovida y sustentada, la desvinculación a todo aquello que no soy, como son la historia y los roles vividos por la persona, la misma personalidad, lo que piensa, siente, cree, dice y hace.
Tampoco soy ninguno de los cuerpos y/o vehículos de esta encarnacion, de los que la personalidad se apodera y con los que se identifica, y se cree la totalidad del ser. No soy sus recuerdos, ni sus memorias, ni lo que fue o pudo ser de vidas pasadas, ni las experiencias que se "viven" en esta encarnación, ni el conocimiento efímero adquirido por la persona, ni sus culpas, ni sus juicios, ni su moralidad, ni ninguno de sus miedos; ni sus fracasos, opiniones, excusas, posesiones, o sus tan anhelados éxitos.
Soy El Absoluto.
En, y por La Luz Consciente del Amor, es decir, siendo La Luz quien soy, dejo entonces de nacer, vivir y morir, y me recuerdo que este y todos los juegos de la Consciencia Individual, Unificada y Plena (La Fuente), es para experimentarse en la libertad plena, por siempre y desde siempre inherente a La Luz, sin juicios, sin moralidad o preso de la dualidad, sin querer cambiar algo o todo, sin resistirse, resignarse o someterse, complacerse, o apegarse a algo, o a todo.
Siendo a cada instante el ser quién en realidad soy y somos, fluyo armónica y perfectamente con todo lo que experimento, y mientras cada experiencia me atraviesa por completo, la ficticia e inducida necesidad de la personalidad, por explicarse todo, controlarlo todo, cuestionarlo todo, se disuelve, aunque pareciera por instantes oponerse; así como también "muere" la persona, en la ilusión de su propia mentira, la cual insiste en creerse como su única y total verdad.
La consciencia de Luz quien soy, está a cargo y guía, aquí y ahora, cada experiencia en la que me sucedo en este juego de encierro; revelando así, su eterna esencia amorosa: La Luz del Amor perfecta y coherentemente fluyendo, por todo y nada, y a través de todo. En consecuencia, mi consciencia de Luz, descubre y expone ante si misma (la Luz del Ser quien soy y somos), toda sombra, miedo, culpa o apego, es decir, todo aquello que por aparente imposición, dualismo y condicionamiento, engañosamente me hubo convencido, de esconder de mi mismo, determinados aspectos.
Es pues La Luz del Amor Compasivo, la que inundándome y penetrándome, mientras mi ser luminoso está en un aparente recorrido de camino, reconcilia todo lo que, en, y de mi, aún niego. Y cuando el camino ha cumplido su objetivo, se desvanece, liberando por consiguiente, el remanente polvo hacia el destiempo; crucial elemento para la no identificación con una historia, primicia que propicia y sustenta el perfecto desapego, aún cuando en tránsito, La Luz se encuentre en este juego.
También, y de la misma manera armónica, paciente, humilde y transparente, es promovida y sustentada, la desvinculación a todo aquello que no soy, como son la historia y los roles vividos por la persona, la misma personalidad, lo que piensa, siente, cree, dice y hace.
Tampoco soy ninguno de los cuerpos y/o vehículos de esta encarnacion, de los que la personalidad se apodera y con los que se identifica, y se cree la totalidad del ser. No soy sus recuerdos, ni sus memorias, ni lo que fue o pudo ser de vidas pasadas, ni las experiencias que se "viven" en esta encarnación, ni el conocimiento efímero adquirido por la persona, ni sus culpas, ni sus juicios, ni su moralidad, ni ninguno de sus miedos; ni sus fracasos, opiniones, excusas, posesiones, o sus tan anhelados éxitos.
Soy El Absoluto.